jueves, 31 de diciembre de 2009

Ema y el conjuro de fin de año


Ema espera fin de año,
con su cabello suelto en la noche,
las estrellas en su terraza
duermen el sueño de los días antiguos,
escribe papelitos y los deposita en un cuenco
de su falda blanca.
Pronuncia palabras luminosas,
donde abundan las letras alegres,
Mr Cook observa y aprueba.
La luna redonda y bella,
teje hilos de plata en las pestañas
de la aprendiz de bruja.
Enciende velas celestes y lilas,
y al pronunciar los conjuros,
desparrama pétalos de rosas blancas,
que la brisa nocturna se lleva lejos.
Una lluvia de pétalos en el barrio de Ema.
toma un puñado y los aprieta contra su pecho.
Pide amor... amor...
El año viejo se va por el cielo, en una estela violeta,
y el nuevo, forma un círculo fuccia
alrededor de la luna
y llega a la Tierra en forma de estrellas.
Amor.. amor, pide Ema.
La terraza se ilumina, sus ojos brillan,
Ema pronuncia un nombre con L de luz,
de luciérnaga.
Mr Cook, da una vuelta sobre los pétalos ...
La noche es perfecta

sábado, 26 de diciembre de 2009

Ema, de mariposas de azúcar y jirafas extraviadas


Ema me dijo que tenía algo que hacer,
Y si quería acompañarla.
Fuimos juntas al barrio de las callecitas angostas,
Y el boulevard de los naranjos.
Nuestro olfato se lleno de vainillas.
Doblamos en una esquina, y de la falda blanca de Ema,
Se desprendieron mariposas de azúcar.
“Está radiante”- pensé- pero su rostro era el de una niña asustada,
brujita con el corazón herido por los malos sueños,
que vas en busca de respuestas necesarias.
- Yo tenía una familia de jirafas- dijo de repente.
Se pasó una mano por la oreja derecha
Y salió volando una mariposa azul.
- Una familia entera, un padre, una madre, unas jirafitas.
- ¿Jirafas... de verdad...? – dije como una tonta.
Ema me miró como se mira a un niño crédulo
al que hay que seguir mintiéndole, y me contesto:
-Jirafas de verdad...
Ema tenía esas cosas, de dejarte en ridículo, digo.
-¿Dónde las tenías?
-En una casa llena de libros y mesas desordenadas,
cinco jirafas, sin tiempo para ser felices.
- ¿Y a qué viene eso ahora?- le pregunté
- Nada, es sólo que las pienso.
Cruzamos la calle, Ema recitó una dirección de memoria.
Nos paramos frente a una puerta:
La tienda de SOMBREROS ENCANTADORES.
Vino de adentro ese olor a caramelo que ya conocíamos.
-También tuve un papá- soltó Ema, haciendo tintinear sus pulseras
al tocar el timbre- Se llamaba Tomás.
Me miró de reojo, se dio cuenta de mi mirada extrañada y agregó:
-Digo... además de las jirafas... tuve un papá.
Cuando se abrió por fin la puerta,
comenzó a caer una llovizna sobre nosotras,
que sólo mojaba a Ema.****

domingo, 20 de diciembre de 2009

El fabricante de calidoscopios


Gastón fabrica calidoscopios,
Los ofrece lejos, en lugares desérticos,donde hace falta un poco de ilusión.
El frío empaña sus ojos de luna,
pero él lleva fragmentos de arco iris en las pupilas.
Sé que lo protegen.
En cada uno de los colores, puse un deseo:
que las estrellas alivien las distancias en su corazón,
los ríos de la montaña, calmen su sed,
de hombre solitario,
y le llegue mi voz en la mitad de sus noches,
mis besos, cubriendo su cuello,
agonizando en su boca.
Sus calidoscopios llevan hechizos
de ciruelos en flor.
Al mirarlos, despliegan todo su caudal de fantasía.
Sé que Gastón escribe mi nombre en el barro, al amanecer,
lo sé, porque mi cuerpo es ave hacia su nido.
Cuando anochece, el cerro de los dragones es azul,
y en mis espejos mágicos,
puedo ver su casa en la sombra.
Amo su sonrisa a media luz,
sus piernas largas de tijeras filosas,
su barba oscura y sus lunares.
Puedo ver en los espejos la maravilla.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Ema, verde limón, lagrimitas de trébol (Parte 16)


En un patio pegado a la cocina charlaban Faustina y el Francés.
Ema supuso que sería importante la charla,
no por el tono, sino que, cuando reían,
salían por la ventana volutas turquesas y lilas
que iban a enredarse con el jazmín del país.
El Niño Mago también las advirtió, intentaba atraparlas
y hacer con ellas collares para sus tres gatos,
sólo que no tenían mas que dos.
Ema se paró en seco, bonita verde limón, ojos de bruja incrédula.
Notó que Joaquín decía: "- cuc, cuc" y ella abrió los brazos,
de sus mangas de bambula se desprendieron gatitos de brillantina,
el gato dorado, perdido, esperado, gato imposible,
se desprendió de los brazos del Niño Mago y saltó al regazo de Ema.
- Una señora me lo trajo al circo- dijo el domador, mirando desde la puerta.
Ema murmuraba cosas inentendibles, abrazando a Mr Cook con los ojitos cerrados.
El Niño Mago caminó hacia Faustina,
queriendo adornarla con una voluta que le sobró de los collares.
- La señora olía a vainillas y caramelo- siguió explicando el domador
- dijo que no estaría nada mal que pasaras a visitarla.
Ema miró a todos, con el asombro de sus ojos niños,
ojos de tormenta recién desatada, cuando todo huele a tierra húmeda.
Pequeñas lagrimitas verde rimel rodaron hasta el mentón,
y cayeron sobre el lomo de su gato encantado, hojitas de trébol,
brillantes, como el mismo encuentro.