jueves, 14 de enero de 2010

Ema entre remolinos verdiazules (Parte 18)


Una vez dentro de la tienda de sombreros,
Nos llegó el tranquilizante sonido
De una pava hirviendo.
La señora de la casa nos saludó a las dos
Con un beso afectuoso.
Ema, con dedos temblorosos,
Se probó tres sombreros,
Como si a eso hubiésemos ido.
-¿te gusta el verde? Te lo regalo,
dijo la señora extendiendo sus brazos,
desplegando un perfume a madreselvas.
- Muchas gracias por llevar a Mr Cook
de vuelta conmigo. Extrañaba a ese gato imposible.
- Si pudiera yo devolverte a alguien mas... me moriría tranquila.
Ema tocó su mejilla, le pasó el dedo índice
Por los párpados que la señora entornaba.
Vi con asombro saltar por sus cejas
Un montón de jirafitas de colores,
Que desaparecían en sus sienes.
Los ojos de Ema, encendidos,
Decían mas que su voz.
- Ema, querida Ema , extraño los ojos marinos de mi hijo.
Ema la abrazó, de entre ellas brotaron
Pequeños hipocampos dorados.
Se soltaron, Ema extendió la mano derecha,
Tenía en ella unas gafas de leer muy pequeñas.
- Los ojos de Tomás...señora... se los cambio por mis cinco jirafas...
Se produjo un largo silencio,
La pava chillaba en la cocina,
La señora clavó sus ojos oscuros en Ema,
Y por la ventana abierta,
Penetraron remolinos verdiazules,
Procuradores de lágrimas.
Lloramos las tres... horas infinitas.

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